Del rubio esposa y del portador amante.
Tú que de ojos azules al profeta pintas y de tez blanca
vistes, amor y perdón predicas y de ignorancia vives.
De hierro mano, con piel vestida, sobre el mendigo alzas. Con una el rostro acaricias, con la otra la espalda dañas.Con humildad caridad exiges pues nubes al ingenuo ofreces
mientras al otro a los siete círculos condenas.
Tu rostro, el liviano en el sombrero porta, mientras
por gusto mutuo a su hija viola. De la inocencia -Segni- ingeniosas
palabras de Gregorio, la espada, por hermoso
holocausto, tus ojos encomian.
¿Por qué tus labios, la imagen de quien vicaria eres,
acciones exiges, si en tu pecho y casa de Marx sentencia
con orgullo sigues?
Y con ese afán el hierro desnudo ante el rostro blandes,
exigiendo ámbar para tu ambición ufana.
No así en tan cortés expedición, tus hijos y amantes
mandaste y exigiste a númenes y gentilicios a tus pies,
cubiertos de soles, postrarse.
491 veces con tu mando al ingenio asedias, pues
quien se atreviese a designios negarte, de daga vista y de
reptil lengua, saña a tus cautivos inyectas y con violencia a
hermanos enfrentas.
¿O acaso, en mis sentencias erro?
No tú, cómplice del vaquero, a tus hermanos de patria,
por un disparo que en contra del invasor se escuchase, con
ausencia de redención condenabas.
No tú, de Maximiliano y francés amante, al de tu
excelentísimo señor destierro, con costumbre del apoyo
ajeno, a esta tierra mancillaste, sin importarte si al padre y
al hijo enfrentabas.
No tú, de quien excelso estilo tomo, con sangre carta
grotesca con su mano firmaste perjurando que por su gusto
se arrepiente y buscando que a jóvenes novicias devotas del
pensar a sí mismas den sentencia.
Será que vuelvo a equivocarme, pero no tú la guerra
que lleva tu nombre incitaste y el perdón a cerdos y devotos
negaste, solo por encontrar a tus acciones culpables.
¿Qué acaso de tus manos garras a nuestro frágil ser
alejarlo algún día podremos?
¿Qué tan tonta y liviana, por ámbar hambre eres, que de
Dante, Inés y María, Estiben, Albert y Leonardo, Francisco,
Fernando y Rius, Benito, Melchor, Valentín y Maximiliano
incluso de tu propio señor y muchos más que en la Historia
sus nombres borras, sus ideas no entiendes? pues alejas al
progreso para cerca del abismo estar.
Pobre del mundo, tan lejos de Dios y tan cerca de tus
caprichos.