lunes, 27 de agosto de 2012

Noticia

Ahora estoy en:
http://www.facebook.com/alan.gonzaga.33

Le informo que los programas de radio de "Óclesis el artificio en la radio y  "la casa está sola" ya no se trasmitirán más por circunstancias ajenas a los directores y a los nosotros, los colaboradores. Sin embargo el blog sigue normalmente, éste como y el de Óclesis: victimas del artificio (http://oclesianos.blogspot.mx/).

Les pido que comenten y compartan tanto este blog como en el de Óclesis, así como me pueden pedir que les escriba algo para ustedes o alguna persona(s) a la(s) que deseen decirle(s) algo, sólo bríndenme  las especificaciones del tema, la intención, el sexo de la persona deseada y el suyo.

Les mando un gran saludo un un fuerte abrazo.

Mil gracias

lunes, 13 de agosto de 2012

cuento 2






Maldito el momento en el que decidí ir. Carajo, sabía que terminaría así. Él echado en la cama, igual que el resto, y yo viéndolo.

Por qué siempre tengo que caer en estos enredos, por qué no puedo tener una relación seria.

¡mm…! Ya son las 10:00 y este cabrón no se va, ni siquiera se ha despertado… ¿tendré que correrlo?

10:15 y sigue dormido. Al menos se ve lindo, esos rizos rubios cayendo sobre su rostro hermoso de porcelana le dan un aire de ternura e inocencia. Si no lo hubiera sentido ayer, creería que es un tierno conejito y no un perro furioso.

10:37 y tengo hambre, pero no puedo dejar a este tipo en mi cama, solo, mientras voy a buscar algo de comer. ¿Y si mi amiga llega y descubre la verdad? Qué sería de mí, una persona tan respetada e influyente en la publicidad no puede tener resbalones como éstos.

Qué dirían mis jefes que me aceptaron en el grupo élite de la empresa a pesar de los chismes de mis compañeras de trabajo. Malditas celosas y además pendejas, no es mi culpa que los hombres me prefieran más a mí que a ellas, en especial los jefes. Soy inteligente y además gozo de la mejor personalidad que es rara ver en una persona tan atractiva como yo.

Creo que lo que les duele es el hecho de que a mí, siendo como soy, me lleven flores discretamente, como si fueran adolescentes, que me den regalos de lo más encantadores, me dediquen, incluso, canciones y poemas, cuando a ellas ni siquiera un “buenos días”.


Si tu presencia, querida mía,
a mi deseo le es grato
lo celebre pues, tu jubilo,
mientras yo disfruto, de tu presencia, encanto.


¡Ja!, cuándo les han dedicado algo como eso…

10:58, qué feo está mi cuarto, tengo que arreglarlo y pintarlo, de lo contrario no tendré a otro hombre como éste la próxima ocasión. Si así ya se me estaba rajando. ¡Ah, pero eso sí!, apenas me invadió con su enorme ser, empezó a gemir de placer… diablos, ya ando con ganas otra vez y este güey no se despierta.

11:18… el agua está muy fría, a pesar de que ya calenté el baño por 15 minutos, carajo si estuviera con aquel muchachote sería un baño divino. Adoraría su calor y su cuerpo fornido mientras me olvido del agua.

¡11:30! ¡Carajo ya es tarde! Lo bueno es que hoy no voy a trabajar, pero ahora sí ya me harté, tengo hambre, el baño estuvo terrible, y mi amiga ni siquiera me ha hablado por teléfono para decirme si ya viene o no. No puedo dejar esto así; lástima que no pude disfrutarlo una última vez.

11:45 y aún no termino. Este tipo ya está duro, debí cortarlo en cuanto lo maté. Qué lástima lindo, te hubieras quedado y no habrías muerto.

12:59 es la última vez que hago esto, lo juro, como me dijo mi madre en una ocasión cuando se quejó de mi padre:“pinches hombres pendejos, todos son iguales, apenas ven un defecto mínimo y se van… espero que no seas como ellos hijo”.
Bueno, por lo menos ya está en la basura; y ahora tengo que volverme a bañar.

sábado, 11 de agosto de 2012

Cuento 1


Sentado dentro del auto, sonríes satisfecho por tus habilidades de engaño. Tu esposa no te reclamó en lo absoluto a pesar de su gesto de molestia. No tardaré mucho, le dijiste.

Te diriges a la farmacia habitual, donde te espera tu amigo con el paquete envuelto en una bolsa negra.

-Gracias hermano, siempre me salvas. Por eso te quiero- bromeas

Giras la cabeza mirando a la encargada de la caja que te sonríe deslumbrada por tu soberbio aspecto. Alto, atlético, sin un gramo de grasa por las chingas que te das en el gimnasio, portando un traje Armani sin corbata, unos lentes negros que cubren tu rostro varonil y tu cabello castaño claro y largo. Le sonríes, le das 200 pesos y te devuelve 57.

 De regreso en el coche, te acomodas el cabello con tus dedos de pianista, lo enciendes y te diriges al tu hotel favorito.

Como chiquillo de secundaria, los nervios te comen, apenas y puedes controlas los movimientos de tu cuerpo; tomas la llave de la habitación con torpeza, que provoca una risa burlona del recepcionista nuevo. Te diriges al elevador sin tomarle importancia pensando que sólo es un pobre diablo con el rostro más feo que has visto.

Se te hace lenta la velocidad con la que subes los 3 pisos. Impaciente caminas de un lado a otro, sientes ya la orquesta que corre desde tu abdomen hasta tu entrepierna.

Por fin llegas, caminas tratando de calmarte, el prematuro éxtasis musical es casi incontenible, quieres gritar, brincar, bailar, golpear todas las puestas que encuentras. La adrenalina del peligro ya te ha atravesado.

En frente de la puesta apenas introduces la llave, quedas en tinieblas; sonríes, volteas y la ves, hermosa, delicada, con su rostro aun infantil, sonriéndote ansiosa, incapaz de contener el deseo de tenerte.

Abres y los dos entran.

Ella se arroja a la cama y comienza a brincar sobre ella, pequeña niña adolescente, piensas. La observas, gustoso por el amor que le profesas, aun mayor el de tu esposa.

Se sienta, toma una almohada y la coloca entre sus piernas cruzadas al mismo tiempo que la abraza. Sus ojos te sonríen nervosos, y como llamada de guerra, acudes rápidamente.

Te precipitas sobre ella, le arrancas la ropa con bruscos movimientos, poseído ya por su aroma familiar y dulce, te desvistes y abres sus piernas con fuerza, ella te sonríe ansiosa por el juego. Ambos se fundes, la embates con fuerza mientras ella te canta su placer al oído.

Ya incapaz de continuar, siente tus movimientos forzados y rápidos, anuncio del limite. Te abraza con piernas y manos evitando tu escape y tú aceptas la prisión. Allí acaban con tu gruñido sordo y su silencio roto.

-Tenemos que dejar de vernos así por un tiempo- le dices después de recuperar el aliento.

-¿Por, ya sospecha?- se acuesta sobre ti aun con la respiración entrecortada y con la replica algún espasmo.

-No de ti, pero si de un posible engaño.

- Entonces, la próxima vez- sonríe feliz – saldremos como padre e hija.

Tú sólo sonríes.

-Te amo papa.

-Yo también te amo hija.