jueves, 19 de abril de 2012

A un hombre tonto…



¡Qué extraño sentido…! Ansioso cruel deseo del encierro.

De vehemente brillo tus ojos crueles lucen mi sonrisa amable al verla; buscando con necio anhelo en mis brazos y piernas, detestable lastre, ceñirme y con gran cinismo lo presumes.

Gratas figuras, notas tibias, confieres pleitesías, objetos fríos aparcando en mi alcoba, creyendo ser aliado de mis gusto, y aunque halagador es el intento, cruel es mi cerrojo.
Siendo libre se nace, pero se busca ser objeto de prisión... ¡cierto!,  y aunque tú, patíbulo, divina sentencia a tu gusto dictas, ignoras mi deseo.

Das voces jurándome tuya, creyéndome de tu propiedad objeto…
Pero soy de quien yo llamo mía, porque de ella soy y no porque realmente lo sea…
Son egoístas tus oficios, devoto peregrino, pues pretendes que la santa de su pedestal celeste, besos de mi santa, a tu anatema baje, con delicadas caricias pretendes calmarme y con fieros embates quieres matarme.

Si así a tu amor encuentras afable, ¿qué regalo pretendes darme, cuando cansado de mi gesto quieras dejarme?

No busques más mis agrados, pues erróneo son tus intentos de mi encanto.

Por eso, busca a quien atienda tus anhelos, encomiable encuentre a tus detalles, con ceguera ame tus decoros y hermosos encuentre a tus reparos.
A quien sus desvelos, sobre tu cuerpo, encomiables los encuentre y aquella quien a tus deseos por tu rostro los bese.   

No pretendas mas mis sentires, pues, sin duda, será pérdida de tiempo, y a tu entendimiento apelo comprender que entre tu, hombre, y esta mujer solo habra desprecio.


Dedicado a Teresa... lamentamos haberte molestado.

1 comentario:

  1. En tu tercer párrafo se muestra una clara influencia por la poesía barroca, especialmente por Sor Juana Inés de la Cruz.
    o me equivoco?

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