martes, 24 de abril de 2012

Estoica



Allí, del tiempo amante sentada, a aquellos vagabundos en el surrealismo enterrados admiras y  de donde tus gustos del mundo salvas, un lienzo adornado sacas y tu arte inicias.
Los delicados pinceles extiendes con dulce técnica y tu semblante esbozas, tu propio halo en un instante creas y al siguiente los deshaces. Cisne, tus alas abres simulando el vuelo mientras a Gaia el rostro de rojo tiñes.
Te plasmas…
Doblas y estiras tu figura elevándola, mientras, tu sombra inmóvil te admira y en un impulso rabioso, en un tumulto de compases, agitas tu imagen. La excitación te invade, maniobras las olas de colores teñidas por tus dedos y en eses baúl del arte antiguo te encierras.
Con movimientos ajenos a la obra de Hunahpu Utiu elucubras mientras metáforas de tus anhelos tu cuerpo crea.
Ya tu ser, en el capricho de tus manos se pierde y ahora, con tu sombra que el ritmo de la música lleva, bailas y sonríes por el clímax prematuro.
Fumas el aroma del aire cargado, tus piernas la fuerza pierden y tu cuerpo tiembla.
Lo sientes… ya llega…
De la orquesta, el director, con su pluma en la partitura del sonido dibuja vehemente y tú, te preparas.
Tus últimas líneas disfrutas, tu movimiento al viento de luces carga y en el canto más agudo del violín precipitas el encanto y de pronto… te paras.  La música sus últimos versos agonizantes y en tu final metáfora culmina.
Y allí te quedas…
Eternamente hermosa…

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